jueves, 31 de mayo de 2018

Cómo ser un auténtico mago... ¿De Blog a Diario de Reflexiones?




Quizás...
Bueno, en el fondo, un blog de escritor es eso; a menos que sea sólo un blog profesional o un medio de propaganda. 
Okis, hagamos de todo un poco. Entonces...

Los que no están familiarizados con la maravillosa serie The Magicians (basada libremente en la trilogía de Lev Grossman), con todo su perfecto cinismo y su inmensa profundidad, espero que capten esta idea igual... Sino, véanla, se van a sorprender...

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Básicamente, más allá de la magia y la crítica a los libros moralistas de fantasía y a la visión ingenua de la vida, etc., la serie trabaja una idea:

"we are all fucked in our own way..." pero eso no es excusa de NADA.

En uno de los más recientes capítulos de la tercera temporada, los miembros de este grupo heterogéneo de gente que, como toda gente, por momentos parece coincidir y por momentos parece querer salvarse a costa de lo que sea; se ve obligado por fin a actuar como un todo. No como un grupo, sino como un cuerpo, como seres que se aman y no que simplemente se toleran. Se ven obligados, en el peor instante de cada una de sus vidas, a pensar en los demás antes que en sus propias salvaciones... obviamente sabemos cuál es el mensaje: justamente, esa es la única manera de salvarse, o sea, tendiendo una mano al otro. 
Algo llamado más o menos "amor".

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"...'Cause love's such an old fashioned word...

Y en ese punto... ¡Exacto! El capítulo, como está de moda últimamente, se convierte en un número musical.
Pero esta vez la elección casi superficial genera un efecto sorprendente, porque no podrían haber elegido un mejor tema para un episodio tan complejo como Under Pressure. Y con la bendición de un hermoso David Bowie desde el póster de A Reality Tour.

Y entonces, mientras miraba ese cover a veces excelente, a veces bien y a veces mediocremente cantado, pero que en conjunto queda estupendo; me di cuenta que estaba llorando.
Pero llorando en serio. "A moco tendido" como suele decirse. Nada de una lágrima cayendo, como novela rosa. Llanto de verdad, incluso me escuché sollozar como hacía mucho que no lo lograba. Tenía miedo que un vecino viniese a ver qué me pasaba.
Poco a poco fui cayendo en la cuenta de qué cosa me había emocionado tanto y quedé sorprendida. Lo que me había tocado hasta la médula era esa idea de la posibilidad de una amistad verdadera capaz de existir entre gente muy pero MUY imperfecta. 
Como todos nosotros. Como yo.


Crecí en una isla... No en una isla claro, pero cada vez me doy más cuenta que era una "isla" en lo más esencial de la palabra.
Desde chica, gracias a Olga y Héctor (mis padres), el amor y la ayuda mutua eran lo central.
El conocimiento, el arte, la solidaridad, los ideales defendidos a toda costa... Todo eso era el pan de cada día.
Y yo no era tampoco una persona que saliese mucho de casa. Más bien era la clásica ermitaña medio nerd, medio geek, "ratón de biblioteca" (en esa época soñar era más que suficiente..).

Cuando puse un pie en el mundo (o, más bien, cuando el mundo vino a golpear mi puerta hasta tirarla abajo) me dí de bruces con la realidad, como dicen los escritores versados, y me pegué el porrazo de mi vida. Un golpe cuyo cimbronazo todavía hace que me castañetee la quijada aún hoy.
Salí afuera del modo más ingenuo posible y recibí lo obvio. Porque cuando uno se entrega totalmente a un desconocido esperando que el otro retribuya en la misma medida, o se acierta con un milagro o las fuerzas de torsión te hacen pequeños pedazos... 
Bien, fueron pequeños pedazos los que tardé años en reconstruir. Incluso cuando me armaba, alguien se aprovechaba de mi antigua experiencia para darme donde más me dolía. Me sentía alguien muy especial: el blanco perfecto de los manipuladores. O sea, una pel*tuda.
Personas indignas de mi cariño de tan oscuras que eran (no sabía que podía haberlas, no podía creerlo); personas tan dañadas o lastimadas que reaccionaban como animales acorralados, a los zarpazos; personas acostumbradas a tomar y engañar y rapiñar, como un personaje de Dickens, tratando de sobrevivir sin importarle a quien pisaban por el camino o a quien usaban; personas que te juraban en falso lo que vos prometías en serio y te dejaban justo en la estocada; gente incomprensible que cuando intenté ser yo misma y darme a conocer o simplemente ofrecer mi punto de vista, me acusaron de "divismo" sin darme opción a defensa alguna; falsos maestros que robaban mi magro tesoro mientras me vendían por años oropeles sin valor... Todo eso y más.

Pero también me di cuenta de mi inmenso error.
De todo lo que yo había hecho mal.
De que mi mapa desactualizado debía ser modificado, simplemente porque mi mundo había cambiado hacía mucho tiempo ya.

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..."Toto, creo que ya no estamos en Kansas"...

(pero tampoco en Oz)

"So goodbye yellow brick road
Where the dogs of society howl /.../
Oh I've finally decided my future lies
Beyond the yellow brick road"
(gracias, Elton John)

Yo estaba poniendo mi amor propio en manos de otros. Y esperaba injustamente que ellos hicieran lo mismo. 
No entendía que ese vaciarse el uno en el otro, sin red de seguridad y totalmente gratuito, sólo sucede en contadas ocasiones. Y que se llama AMOR con mayúsculas.
Y esa ocasión llegó. Mi Guille. El único que dio la talla y la superó, y lo sigue haciendo.

¿Y los amigos?
Ahí empezó el milagro... Sin darme cuenta, un día (hoy, más precisamente) percibí que estaba llorando porque escuchaba Under Pressure cantado por un grupo de magos que han perdido su magia, que tienen problemas de vida o muerte que los absorben en sí mismos, que tienen talentos maravillosos y mezquindades evidente, pero que por un momento fueron capaces de dejarse un segundo a un lado a sí mismos para pensar en el otro... Y en un bien mayor...

Y me di cuenta que lloraba porque, de a poco, había empezado a reconciliarme conmigo mismx, a quererme sin esperar que otro lo hiciera primero, a quererme porque sí, porque existo, porque lo merezco como todos los demás; y porque me di cuenta que más allá de todas mis jodidas cosas y problemas, había gente que estaba dispuesta a dejar de lado sus jodidas cosas y problemas, y a quererme, ayudarme, apoyarme, sonreírme a su modo, como le sale, sin que yo haya hecho nada por merecerlo... porque sí... porque son valiosas...

Creo que me di cuenta que la amistad no es ese ideal de película ochentosa, con chicos que pasan un verano que transforma sus vidas, o esa propaganda mediocre donde un grupo de adultos se juntan a tomar una cerveza por los viejos tiempos. 
La amistad es algo mil veces más profundo que todo eso, es MAGIA en el más milagroso y alquímico sentido, y depende exclusivamente de una cosa: tu crecimiento personal. 
Porque es algo que no se entiende, se da o se percibe sino hasta que uno empieza a madurar. Pero a madurar de verdad.


Viendo este video supe, sin lugar a dudas, que tenía más amigos de los que pensaba, sólo que no me animaba a verlos. Que incluso yo era uno de esos amigxs.
Y que muchos habían estado ahí, detrás de los mascarones de proa de la hipocrecía ajena, esperando en silencio a que yo los reconociera; o que habían surgido de pronto, de la nada, como un gratuito rayo de sol entre las nubes. 
Ahí están, con sus grandezas y problemas, lejanías trasatlánticas o mesoamericanas y sus cercanías de café y risas en la mesa del comedor, con sus silencios y sus propias formas de expresarse, con sus muchos meses sin contactarnos o su compañía constante... pero que al fin... DE UNA BUENA VEZ... hacía mucho tiempo que ya no estaba sola...

Y que podía ser yo. No porque no me juzgasen, sino porque eso es lo de menos. Porque sin el otro no hay realización y sin uno mismo, tampoco. 
Gracias por mostrarme todas las caras que puedo tener en el espejo de sus mónadas (a lo Leibniz).
Ahora me es más fácil reconocerme.
Ahora me es más fácil escribir.
Ahora me es más fácil mostrarme sin miedo y ser plenamente libre.

Gracias, amigxs.



(No sé realmente si a alguien le interese esto. El que lo leyó y llegó hasta aquí y dijo "WTF?", lo siento. El que sacó alguna conclusión propia ajena a todo lo mío, BRAVO. El que sabe que es mi amigo... gracias. ¿Por qué hacer público esto? Bueno, quizás porque ya es hora de que deje de estar dentro de la ostra y salga afuera. La vida está tanto afuera como adentro y no pienso vivirla a medias.)