Exacto; increíble, ¿no? Ayer hablábamos del primer cuento publicado este año ("Todos los gatos cazan ratones"), ¡y hoy ya hablamos de la primera reseña de este año!
¡Y es una reseña maravillosa! No sólo por las palabras que vierte respecto de mi obra EL TREN, sino por el análisis pormenorizado, riguroso y detalladísimo que hace el reseñador/crítico Blas Cabanilles Folgado, a quien le agradezco esta felicidad inmensa.
Pero quisiera agradecerle algo más: y es que logró hacerme comprender características de "mi estilo", esa cosa indescifrable, ese je ne sais quoi que todo autor busca hacer surgir con tantas ansias. Es decir, me hizo dar cuenta de que ¡ya tengo un estilo propio!
¡Ok, ok, lo reconozco! Muchos amigos, lectores y editores ya me lo habían dicho (y sobre todo mi mayor y mejor apoyo literario: el escritor Guillmermo Echeverría, orgullosamente, mi esposo): que sí, que yo ya tenía un estilo definido.
Pero es que recién ahora lo acabo de ver en toda su plenitud y con mis propios ojos:
Desde el juego de tramas personales-globales,
y los finales que rediseñan todo lo anteriormente dicho, o destruyen para construir.
Pasando por la idea de cambio radical,
el dar por sentado y como normales cosas que no son totalmente aceptadas o que ni siquiera son contempladas como posibles en nuestra sociedad
(presentándolas como un hecho y no como un problema).
Hasta el barroquismo en la forma de mi escritura,
la separación en hechos-parágrafos bien marcados,
y el acento en relatar los sucesos a través de la descripción...
De pronto, en el espejo de este fabuloso lector que tengo el privilegio de tener, ME descubro.
Y entonces siento en carne propia lo que antes era algo teórico: es absolutamente imposible ser escritor sin tener al menos un lector. Un otro imprescindible que no sólo reconstruye hermenéuticamente la obra decir (reintérpretándola), sino que ayuda al propio escritor a verse a través y en ella.
Así que MIL GRACIAS, Blas (te tuteo porque representás mucho para mí, aún sin conocernos más que a través de El TREN).
Y ahora, los dejo con esta fabulástica reseña. Una de esas que uno sueña cuando el libro sale a dar sus primero pasos de la mano de una editorial; y en este caso, de los geniales responsables de la magnífica, y ultra generosa y responsable editorial Café con Leche...
Comentario de El tren
Comentamos El tren, de Teresa P. Mira Echevarría, publicado por la editorial Café con leche. Una editorial que apuesta fuerte por las novelettes y las historias eróticas.
Las bibliotecas son un lugar con un objetivo muy concreto: guardar, proteger y recomendar obras, sobre todo literarias, para el disfrute de cualquier persona. Así que, siguiendo esta premisa, he decidido dar un espacio mensual en Biblioteca-T a todas aquellas historias que, por su temática o su formato, sean afines al blog. Se trata de un comentario libre sobre aquellos aspectos más interesantes que ofrece, tanto positivos como negativos, a medio camino entre la reseña y la crítica.
La segunda obra que comentaré como bibliotecario es El tren, de Teresa P. Mira Echevarría, que podéis comprar en digital en el enlace de abajo por 3,99 cuando terminéis de leer la entrada y os convenza. Aunque también podéis comprar El tren en formato físico, porque el papel siempre huele mejor que la pantalla, por solo 9,99 (vamos, un cubata caro).
El tren, de Teresa P. Mira de Echevarría. Editorial Café con leche.
Podéis leer este comentario tanto si habéis leído la novelette como si no. No destripo nada que pueda afectar negativamente a quien aún no la ha leído.
Todos los comentarios seguirán el mismo índice, salvo excepciones sujetas a cada obra en particular. Y, sin más, empezamos.
1. Presentación
Un planeta inexplorado. Unos raíles que nadie sabe cómo llegaron allí ni hacia dónde conducen. Jules Gare y su ejército deberán recorrerlos en tren para descubrir las maravillas de ese mundo, al mismo tiempo que intentan mantener contacto con la especie de los astados. Sin embargo, la incapacidad de Jules por mostrar sus sentimientos pondrá en peligro la misión cuando aparezca un hombre relacionado de alguna manera con estos seres.
2. La trama
He decidido ubicar este punto al principio porque me permite situaros en la historia. Voy a comentar cuatro aspectos que me parecen los más importantes cuando hablamos de una trama: el interés real que tiene, las herramientas de las que se vale para enganchar al lector, la originalidad de la misma (o el buen tratamiento de la no originalidad) y el ritmo.
En esta novelette, el interés real se divide en dos: la situación sentimental del protagonista y el destino final del tren. El interés por ambas tramas se va alternando, aunque no son independientes. Las consecuencias de una afectan a la otra. Pero esta alternancia y los cambios rápidos de ritmo hacen que sea fácil seguir leyendo.
Destacaría, pues, tres herramientas que la autora utiliza para enganchar al lector. La primera de ellas son las maravillas que nos muestra del mundo que recorren. Esto se mezcla con el estilo poético de su prosa y provoca que la imagen de nuestra imaginación sea muy bonita.
Teresa usa una técnica que me gusta mucho y que veo muy pertinente en su historia: no contar cómo se ha llegado al punto de salida. Esto no significa tampoco que empezamos in media res. Simplemente, la historia arranca donde debe, sin abrumarnos con detalles de introducción, como la preparación para el viaje o aspectos de la construcción del mundo ficticio, que muchas veces se hace cansino.
Por último, como digo, el misterio de la meta del tren y de cómo resolverá Jules su situación sentimental son dos fuertes enganches para el lector. Sobre todo, porque poco a poco hemos ido formulando nuestras propias teorías y queremos resolverlas.
En cuanto a la originalidad, veo que la base de la trama sigue una línea conocida: la exploración de un nuevo mundo. Pero los detalles del mundo y cómo lo exploran, cómo se van cerrando las subtramas, eso sí me ha parecido original. Tengo que decir que el final en sí no me ha parecido muy original, pero las reflexiones que hace el protagonista de él sí. Esas reflexiones le aportan un valor extremo que hace que cambie nuestra forma de ver la historia que acabamos de leer. Y eso siempre se agradece.
Como decía antes, la historia tiene un ritmo rápido. Aunque a veces nos dé la sensación de no avanzar, enseguida ocurre algo que nos arrastra de un salto. No saber cuándo va a venir ese aumento de ritmo, ese pico de acción, te hace estar alerta en todo momento durante la lectura. Como cuando, sin previo aviso, Jules enferma y todo sucede muy rápido.
«Al acercarme al espejo que pendía sobre la jofaina, me quedé petrificado, con el peine en el aire. El espectro que me miraba desde el cristal no era yo, ¡no podía serlo!» (página 25).
3. Los personajes
Es difícil hablar sobre los personajes de El Tren. No conocemos su pasado, por lo que debemos pensar que todos sus actos son creíbles y coherentes con su forma de ser. Tras unas pocas escenas ya conocemos la personalidad de los personajes importantes, que son básicamente tres: Jules, el protagonista; Pierre, su segundo al mando en el tren y pareja sentimental; y Polter, el nuevo recluta, con el que empieza una aventura.
No es hasta casi la mitad de la historia cuando aparecen otros personajes importantes, como el jefe y la reina de los astados, la especie pensante y autóctona de ese planeta.
Aclarado esto, puedo decir que Jules es el mejor personaje. A veces los protagonistas son muñecos vacíos que el lector debe llenar inconscientemente para mejorar la identificación con él. A veces esto se hace para enganchar al lector. Aquí no. Jules está muy bien construido, lleno de matices. Terminamos conociéndolo, pero, sin embargo, sigue siendo alguien imprevisible.
Los secundarios existen para beneficiar este aspecto del protagonista. Todos los secundarios sirven para un propósito, pero no están tratados con tanta profundidad. Es cierto que es una novela corta y hay que dar más importancia a otros aspectos, es cierto que los secundarios no son un problema en El tren, pero me hubiera gustado que cada uno tuviera una función independiente del protagonista (que no de la trama principal). Un ejemplo claro es la bióloga que los acompaña, que solo aparece en el texto cuando tiene que investigar la fauna. Aunque siempre ha estado ahí, nunca la habíamos visto.
Para finalizar con los personajes, decir que la sensación de multitud se consigue con maestría. En todo momento imaginamos el tren lleno de gente. Una comparsa más que necesaria y excelente.
4. La redacción
El estilo que utiliza la autora es un estilo descriptivo. Tanto de los paisajes exteriores y de las escenas de acción como del discurso interior que se fragua dentro de Jules, el protagonista. Nos sentimos postrados alrededor de una fogata mientras nos cuentan la extraordinaria aventura de este tren y sus ocupantes.
Las palabras que utiliza son conscientes del sentido de la maravilla que están creando, aunque a veces se repitan, si no con exactitud, sí con sinónimos, volviendo a recalcar un sentimiento o reflexión que ya habíamos deducido unas líneas antes. Esto no entorpece la lectura, tranquilos. A lo mejor a algunos les hace levantar una ceja, pero creo que te mete más en la historia.
Lo único que voy a criticar es el uso de la cursiva. Hay un flashback entero en cursiva de forma innecesaria, ya que termina y acaba con el icono del tren. Está lo suficientemente diferenciado para no necesitar recarga tipográfica.
Al contrario de lo que ocurría con la serie de Víctor Blanco, que tenía un estilo más directo, aquí la autora muestra un estilo envolvente. Muy apropiado para el tipo de historia.
«Allí estaba esa luz pálida como de jade, atrayéndonos sin ejercer acción alguna. Allí estábamos nosotros, cayendo sin caer» (página 82).
5. Experiencia lectora
Ahora vamos a hablar de la experiencia lectora. Comentaremos la implicación emocional del lector, lo que aprendemos como lectores y también como escritores gracias a esta novelette y lo que podemos plantearnos tras su lectura.
Existe implicación emocional del lector, igual que ocurría en la serie de Tiempo de matar que comentábamos el mes pasado, sobre todo con el protagonista. Es cierto que en historias de corta extensión el personaje principal debe ser uno de los elementos más fuertes del texto, y eso no es diferente en El tren, como decía antes. Sin embargo, es la trama amorosa lo que une a Jules con el lector en cuanto a implicación emocional. Esto corrobora la necesidad de ambas tramas, que se complementan.
La experiencia lectora es muy rica. Por poco dinero, en este centenar de páginas nos regalan muchas escenas diferentes, muchos descubrimientos que dan la sensación de que somos nosotros los que avanzamos encima de ese tren. A esto ayuda la distribución de los párrafos, separados no solo por partes diferenciadas y numeradas sino también por el icono de un tren. Esta separación por el dibujo del tren, esta estructura en la novela, refuerzan la experiencia de forma positiva.
¿Qué aprendo como lector?
Como lector, indudablemente, aprendo dos cosas relacionadas entre sí. La primera de ellas depende un poco de tus lecturas previas y de tu concepción del mundo literario. Esta es la necesidad de la trama amorosa.
Estamos (me incluyo) muy acostumbrados a que la trama amorosa de las historias que conocemos sea un anexo morboso que atrae a un público diferente al que está realmente destinada la novela. Muchas veces desmerece o echa para atrás y al final se consigue una mezcla extraña. A mí me ocurre con Los juegos del hambre e incluso con Memorias de Idhún. Aquí esto no ocurre. Y es de agradecer.
Además, algo que ni debería mencionar: la trama amorosa es entre dos hombres. Aprendamos ya los lectores que esto es normal.
¿Qué aprendo como escritor?
Como escritor aprendo a no tener miedo a callarme. Es habitual querer arrojar luz sobre el lector desde el inicio, darle todos los detalles para que no se pierda y entienda todo lo que le queremos decir. Esto a veces sobrecarga y es un error.
Por supuesto, también aprendemos a utilizar descripciones bonitas con palabras maravillosas. Depende de la historia estas funcionan mejor o peor, aunque sí es cierto que últimamente se recomienda no abusar de las descripciones y esta recomendación a veces tiende a convertirse en una prohibición. Debemos tener cuidado y evitar esto.
¿Y qué me ha planteado?
Personalmente me ha planteado varios dilemas. El primero de todos no lo puedo comentar mucho ya que sería destripar el final. Simplemente repetiré lo que ya he dicho. El final hace que te replantees todo lo que te han contado. Eso me ha recordado que no se puede analizar una obra sin terminar de leerla.
La otra cuestión es sobre el tratamiento de los personajes y las personas. Hay aspectos de la vida tan normalizados entre la tripulación del tren que abruman. No porque sean incorrectos (hablo, por ejemplo, del suicidio colectivo respaldado por la ley), sino porque son tan diferentes a lo que estamos acostumbrados… Un amigo mío siempre me dice que hay que dejar de pensar desde la perspectiva de los humanos. Yo añado que hay que dejar de pensar desde cualquier perspectiva cerrada, en general.
«No era el telegráfico contenido de lo que había dicho, sino cómo lo había dicho. Su voz era la de una niña humana, aunque más áspera y rugosa. Sin embargo, en el momento de citar a Polter, había sido la voz de este la que había salido de su boca; como en una grabación» (página 46).
6. Conexión con la realidad
El tren no tiene ninguna conexión con nuestra realidad salvo por la especie humana y los elementos heredados de nuestra cultura, como el propio tren o los satélites de comunicación que se nombran.
En ningún momento se menciona la Tierra ni el año en el que estamos. No se menciona cómo han llegado a ese mundo. Solo saben lo que deben hacer allí, cuál es su misión.
Sabemos que los humanos llevan tiempo en ese planeta, suponemos que no están anclados a él, pero no sabemos nada más.
7. Objetivo
Esta historia, esta novelette, cumple con su propósito. Consigue maravillarnos, conducirnos hasta unos razonamientos necesarios hoy en día mientras descubrimos qué hay al final de los raíles. Todo esto que vengo relatándoos en el comentario de hoy de la necesidad de plantearse cuestiones que nos parecen extrañas, pero que no deberían serlo, es algo que consigue remover la autora en nuestro interior.
También consigue conmovernos. Tiene una historia de amor que no nos empalaga, no nos parece innecesaria. Eso es un logro, para mí, actualmente, en el mundo literario. Y, además, es todo un relato de ciencia ficción con todas las de la ley. Un ejemplo en contra de la diferenciación de géneros que, por suerte, hoy en día no se lleva tan a rajatabla.
8. Molonidad
¿El tren mola? Sí, mola. Pero, ¿por qué mola?
Mola porque hay un tren gigante recorriendo un planeta inexplorado. Mola porque el tren está comandado por un tío raro e imprevisible. Mola porque hay un bosque de gusanos gigantes que comen mantarrayas voladoras. Mola porque la autora consigue expresar el encuentro entre las dos especies de una forma para nada antropomorfa. Y mola porque Teresa escribe muy bonito.
Editorial Café con Leche |
Que, si todavía no te he convencido, aquí te dejo el enlace a la versión en digital. Recuerda: muy poco dinerito, solo 3,99: https://lektu.com/l/cafe-con-leche/el-tren/6073.
Y aquí otro a la versión física, en papel: http://www.editorialcafeconleche.com/producto/el-tren-edicion-fisica/
Gracias, nuevamente Blas Cabanilles.
Me alegra mucho que recibas este tipo de comentarios. Sos una Gran Creadora, así en mayúsculas, y tu trabajo merece todo el respaldo que está recibiendo. Sos parte de una "generación literaria" de escritores fantásticos (en más de un sentido) que desde Latinoamérica tiene todo para conquistar el mundo.
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